16/10/08

En una noche húmeda



El intenso calor que cubre mi rostro y humedece mi piel, me hace retroceder en el tiempo al recordar aquella noche muy parecida a la de hoy…
La noche en que volví a sentir su mirada, la misma que en un pasado nunca provocó nada en mí, pero que en ese instante al cruzarse con la mía…
Fuimos como el imán y la pieza de metal que por su propia naturaleza se atraen.
Aún puedo sentir la ansiedad que me provocaba aquel lugar, calor, ruido, humedad, oscuridad interrumpida por luces penetrantes, música, gente, humo de cigarrillos y entre la multitud…
Él, (Mi compañero de clases, tantos años sin toparnos ni siquiera por casualidad) Solo nos bastó ese cruce de miradas para que mis pasos se dirigieran lentamente hacia él, me esperaba, me deseaba, me observaba caminar y pude notar lo que su mente estaba imaginando al verme andar hacia él.
Sigo sin entender, el ¿por qué? de tan repentina y tan intensa atracción.
Me pareció ver como la gente a mi alrededor dejaba espacio para no entorpecer mi camino, y al acercarme, él creyó erróneamente que seguiría de largo, lo comprendí cuando me tomó por el brazo con una leve presión de fuerza, como queriéndome decir… Detente.
Dudé en quedarme… Recordé esa mala fama que tenía, pero había pasado tanto tiempo que me convencí al creer que la gente cambia.
Además no podía lidiar con esa sensación en mi vientre, que no permitía moverme de su lado.
Hoy me pregunto ¿Qué hubiera sucedido si mis pasos cobardes siguieran de largo, huyendo al darse cuenta que los latidos de mi corazón superaban su velocidad? ¡Y todo por esa mirada! ¿Cómo evitar lo que estaba destinado a ser? Lo noté emocionado de tenerme cerca y mis manos se humedecían.
No sé si el calor, el vino, o la música influyeron para desear su aliento en mi boca, la cual no rechacé… Aún puedo sentir esa sensación suave sobre mis labios.
Nos dejamos llevar por esa fuerte atracción, por esa química perfecta que no habíamos experimentado nunca antes. Ambos sabíamos que en ese instante se iniciaba una gran historia. (Jamás nos imaginamos el final que nos esperaba) En ese momento se escribieron las primeras líneas del capítulo más interesante de mi vida, el capítulo de una novela con infinidad de matices.
De lo glorioso a lo cruel. Todo empezó tan irreal, y tan bello, que no presté atención al instinto de desconfianza que me trató de alertar. No me di cuenta en ese instante que tenía frente a mí, al hombre que me partiría el alma.
Cuando lo supe fue demasiado tarde, se había convertido en mi necesidad, entramos al círculo vicioso… Como los adictos a su droga.
Me costó muchas lágrimas pero gracias a él, renací como mujer, me sentí viva, aprendí amar, a defenderme, luchar, dejé de ser la niña ilusa y empecé a vivir con intensidad.
Es irónico al darse cuenta que la persona a quien más amas en la vida, aquella que te llena de plenitud la existencia, la que te vuelca el corazón con solo escuchar su voz y sentir el roce de su piel, es la misma que puede destrozar tu esencia sin importarle el dolor que puede llegar a provocar…
¡Cuanto daño nos hicimos! Y esa noche húmeda, parecía ya ¡tan distante!, al igual que aquel hombre que me observaba con ansias de amarme. Nuestra historia sin final feliz.
Ha pasado mucho tiempo, desde la despedida, y a pesar que mi vida es mejor y que cada quien tomó rumbos deferentes, tan distantes como un abismo…
Aún duele, aún se siente, aún provoca. Todo fue tan intenso que no hemos podido desprendernos del todo… Él lo sabe.
A través de nuestros sueños, seguimos juntos, amándonos, deseándonos con la misma fuerza de aquella noche. Solo en sueños, porque en realidad, ambos nos quedaríamos sin lágrimas.
¿Me arrepiento de lo vivido? ¡Jamás! Su presencia por tanto tiempo en mi vida fue la lección más grande que pude tener. Nunca olvidaré aquella noche, que parecía ser la portada de un cuento de hadas. Estas líneas tal vez nunca las leas, van dedicadas para ti niño.
Sabes que lo mejor fue separarnos, no pienses en renacer lo que ha muerto, lo que echamos a perder, quédate con lo bueno de nuestra historia… Y por favor encuéntrame en tus sueños.
Es difícil distinguir la pasión de un amor verdadero, pero no sabría descifrar cual sentimiento es más fuerte.
Aún siento tu aliento en mi boca, como en aquella noche, como en nuestro primer beso. Te amé hasta sentir dolor.


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