22/5/08

El abrazo del oso.



Este cuento se refiere a un hombre joven cuyo hijo había nacidorecientemente y era la primera vez que sentía la experiencia de ser papá.A este personaje lo llamaremos Alberto y en su corazón reinaban la alegría ylos sentimientos de amor que brotaban a raudales dentro de su ser.Un buen día le dieron ganas de entrar en contacto con la naturaleza, pues apartir del nacimiento de su bebé todo lo veía hermoso y aun el ruido de unahoja al caer le sonaba a notas musicales.Así fue que decidió ir a un bosque; quería oír el canto de los pájaros ydisfrutar toda la belleza. Caminaba plácidamente respirando la humedad quehay en estos lugares, cuando de repente vio posada en una rama a un águilaque lo sorprendió por la belleza de su plumaje.El águila también había tenido la alegría de recibir a sus polluelos y teníacomo objetivo llegar hasta el río más cercano, capturar un pez y llevarlo asu nido como alimento; pues significaba una responsabilidad muy grande criary formar a sus aguiluchos para enfrentar los retos que la vida ofrece .El águila al notar la presencia de Alberto lo miró fijamente y le preguntó:" ¿A dónde te diriges buen hombre?, veo en tus ojos la alegría" por lo queAlberto le contestó: " es que ha nacido mi hijo y he venido al bosque adisfrutar, pero me siento un poco confundido"El águila insistió: "Oye, ¿y qué piensas hacer con tu hijo?"Alberto le contesto: "Ah, pues ahora y desde ahora, siempre lo voy aproteger, le daré de comer y jamás permitiré que pase frío. Yo me encargaréde que tenga todo lo que necesite, y día con día yo seré quien lo cubra delas inclemencias del tiempo; lo defenderé de los enemigos que pueda tener ynunca dejaré que pase situaciones difíciles.No permitiré que mi hijo pase necesidades como yo las pasé, nunca dejaré queeso suceda, porque para eso estoy aquí, para que él nunca se esfuerce pornada"Y para finalizar agregó: "Yo como su padre, seré fuerte como un oso, y conla potencia de mis brazos lo rodearé, lo abrazaré y nunca dejaré que nada ninadie lo perturbe".El águila no salía de su asombro, atónita lo escuchaba y no daba crédito alo que había oído. Entonces, respirando muy hondo y sacudiendo su enormeplumaje, lo miró fijamente y dijo:"Escúchame bien buen hombre. Cuando recibí el mandato de la naturaleza paraempollar a mis hijos, también recibí el mandato de construir mi nido, unnido confortable, seguro, a buen resguardo de los depredadores, pero tambiénle he puesto ramas con muchas espinas ¿y sabes por qué? porque aún cuandoestas espinas están cubiertas por plumas, algún día, cuando mis pollueloshayan emplumado y sean fuertes para volar, haré desaparecer todo esteconfort, y ellos ya no podrán habitar sobre las espinas, eso les obligará aconstruir su propio nido. Todo el valle será para ellos, siempre y cuandorealicen su propio esfuerzo para conquistarlo con todo, sus montañas, susríos llenos de peces y praderas llenas de conejosSi yo los abrazara como un oso, reprimiría sus aspiraciones y deseos de serellos mismos, destruiría irremisiblemente su individualidad y haría de ellosindividuos indolentes, sin ánimo de luchar, ni alegría de vivir. Tarde quetemprano lloraría mi error, pues ver a mis aguiluchos convertidos enridículos representantes de su especie me llenaría de remordimiento y granvergüenza, pues tendría que cosechar la impertinencia de mis actos, viendo ami descendencia imposibilitada para tener sus propios triunfos, fracasos yerrores, porque yo quise resolver todos sus problemas."Yo, amigo mío", dijo el águila, podría jurarte que después de Dios he deamar a mis hijos por sobre todas las cosas, pero también he de prometer quenunca seré su cómplice en la superficialidad de su inmadurez, he de entendersu juventud, pero no participaré de sus excesos, me he de esmerar en conocersus cualidades, pero también sus defectos y nunca permitiré que abusen de míen aras de este amor que les profeso".El águila calló y Alberto no supo qué decir, pues seguía confundido, ymientras entraba en una profunda reflexión, ésta, con gran majestuosidadlevantó el vuelo y se perdió en el horizonte,Alberto empezó a caminar mientras miraba fijamente el follaje seco dispersoen el suelo, sólo pensaba en lo equivocado que estaba y el terrible errorque iba a cometer al darle a su hijo el abrazo del oso.Reconfortado, siguió caminando, solo pensaba en llegar a casa, con amorabrazar a su bebé, pensando que abrazarlo solo sería por segundos, ya que elpequeño empezaba a tener la necesidad de su propia libertad para moverpiernas y brazos, sin que ningún oso protector se lo impidiera.A partir de ese día Alberto empezó a prepararse para ser el mejor de los padres.






1 comentario:

Jerico dijo...

Un abrazo muy fuerte igual que el del oso para ti, pero con cariño;
Jericó